Arquitectura y medio rural en el quinto ciclo de conferencias del Aula Abierta
La Casa de Cultura 'Rafael Zárate' acoge una nueva ponencia
Arquitectura y medio rural en el quinto ciclo de conferencias del Aula Abierta
David Cejudo Loro expone su estudio para esta nueva actividad programada por la asociación cultural 'El Zaque' de Manzanares
El quinto ciclo de conferencias 'Aula Abierta', organizadas por la asociación cultural 'El Zaque' junto con la colaboración del Ayuntamiento de Manzanares, presentó en la Casa de Cultura 'Rafael Zárate' una conferencia titulada “Las cuevas de quintería en el medio rural de Daimiel y Manzanares”, impartida por el Ingeniero de Edificación, David Cejudo Loro.
Esta actividad enmarcada dentro de la programación de la Universidad Popular de Manzanares, y que tuvo lugar el pasado miércoles 19 de noviembre, buscaba reivindicar la importancia que tuvieron estas construcciones en el medio rural de nuestra comarca. Teodoro Sánchez-Migallón, presidente de la asociación cultural 'El Zaque' ha resaltado este elemento de la arquitectura popular manchega que fue construido “por nuestros ancestros de manera muy rudimentaria, pero muy efectiva”. Ejemplares de estas infraestructuras pueden observarse con detenimiento dentro del término municipal de Manzanares, muchas de ellas sin una conservación aparente pese a estar catalogados.
Según la Ley de Patrimonio de Castilla-La Mancha, estos edificios singulares tienen una catalogación genérica, aunque en la mayoría de casos no se actúe para su conservación. Con el objetivo de darle una mayor visibilidad a estos espacios habitables tan arraigados a nuestro pasado, desde 'El Zaque' se ha pedido que se reconozcan mucho más para que no se destruyan, ni se pierdan con el paso de los años.
Por su parte, David Cejudo Loro, profesor de dibujo técnico en secundaria y arquitecto técnico de profesión, ha centrado su trabajo de campo en estudiar estas construcciones tan peculiares. “Comencé a recorrer La Mancha y me encontré con estas cuevas”, explicó el ponente, lo que propició un cambio en la mirada sobre el patrimonio de la región.
En las últimas décadas, se ha ido recogiendo información al respecto de estas edificaciones. Como ha indicado Cejudo, se puede encontrar documentación, a pesar de no haberse recabado con suficiente profundidad como otros edificios históricos castellanomanchegos. La llanura manchega tiene un factor propicio para la elaboración de este tipo de construcciones, que cuestan encontrar a simple vista. Con dificultad para localizarlos, del terreno llano, solamente emanan una cañada de entrada y una salida de extracción de humos hacia el exterior, utilizada para la hoguera como medio de calefacción.
La implicación de la población autóctona por ello, es de gran valor para reconocer estos lugares en el medio rural, y una vez así, poder iniciar su estudio, clasificación, y por último, su restauración y conservación. Con un proceso de trabajo muy artesanal, estos refugios utilizados en las campañas agrícolas por parte de los labriegos manchegos, eran excavados bajo tierra por ellos mismos, en muchas ocasiones ayudados por familiares o vecinos. Con ese contexto, estas cuevas no se entendían como un pasatiempo, sino como una solución habitable en los días que había que pasar la conocida quintería en el campo.
