Triunfo de Rubén Pinar y grave cornada a Curro Díaz
El torero de Linares fue operado en la plaza de una herida de 20 centímetros en la ingle
Triunfo de Rubén Pinar y grave cornada a Curro Díaz
El de Tobarra cortó cinco orejas y Juan Bautista una
La contundente puerta grande de Rubén Pinar en la corrida de feria de Manzanares, donde cortó cinco orejas, quedó eclipsada por la gravedad de la cornada que recibió Curro Díaz en el primero de la tarde y que dejó el festejo en un mano a mano entre el albaceteño y el francés Juan Bautista, que solo pudo cortar un apéndice al quinto. El equipo del doctor González Masegosa, de la plaza de Albacete, operó al diestro de Linares en la propia enfermería de una cornada de unos 20 centímetros en la ingle izquierda.
Curro Díaz no tuvo ocasión de triunfar en el coso de la Avenida de Andalucía, el mismo en el que debutó con caballos en 1991. A las primeras de cambio fue corneado por “Inquieto”, el burraco toro de Mollalta que abrió plaza.
La lidia no estaba siendo vistosa. Curro Díaz apenas pudo estirarse con el percal. Tras un encuentro con el caballo, el tercio de banderillas fue también deslucido. Con la franela hizo una tanda de tanteo al natural, con la mano alta. En la segunda volvió a ligar naturales hasta que “Inquieto” recortó la embestida y clavó su cuerno izquierdo en la ingle del diestro, que en la caída se llevó además un pitonazo en la barbilla.
El torero quedó aturdido sobre el albero y con el rostro ensangrentado. Fue trasladado a la enfermería de la plaza, junto a la que también había preparado otro quirófano móvil. Allí fue intervenido por el equipo médico de la plaza de toros de Albacete, formado por dos cirujanos, un traumatólogo, un anestesista y enfermeros, con el Dr. Pascual González Masegosa al frente.
Las primeras noticias eran de una “cornadita” en la ingle y un corte en el mentón, pero en la operación se confirmó la gravedad de la herida en la región inguinal que a punto estuvo de seccionar la arteria ilíaca. Afortunadamente, el pitón solo “disecó” (como si la hubiera pelado) unos diez centímetros de la arteria.
El Dr. Masegosa, en la puerta de la enfermería, explicó que era una fuerte cornada ascendente de 20 centímetros en la zona del retroperitoneo, con pronóstico grave, “una herida de envergadura” que requirió abrir la musculatura para limpiarla y ante la que el galeno decidió trasladar al diestro, una vez terminado el festejo, a la clínica Santa Cristina de Albacete. Antes, tanto Juan Bautista como Rubén Pinar pasaron por la enfermería para interesarse por su compañero, que fue despedido con aplausos por el público cuando salió la ambulancia.
En sus declaraciones, el cirujano jefe de la plaza de Albacete resaltó “la buena enfermería” que se encontraron en Manzanares, además del quirófano móvil aledaño, según exige la legislación en Castilla-La Mancha “y que no se cumple en todas las plazas”, reconoció González Masegosa.
Curro Díaz, en un gran momento, era el principal aliciente de un atractivo cartel, más para aficionados que para público, que apenas concitó el interés de un tercio del aforo en tarde de sofocante calor y con las cámaras de CMM y Telemadrid en directo.
Con el de Linares en la mesa de operaciones, la corrida se quedó en un mano a mano que Rubén Pinar aprovechó mejor que Juan Bautista. El francés cumplió el trámite de matar a “Inquieto” de certera estocada.
Pinar, con marcas en la cara del pitonazo que le propinó un Miura el viernes en Pamplona y con la moral alta tras cortar una oreja al último toro del abono sanferminero, estoqueó al segundo, cuarto y sexto. Estuvo muy torero y con mucho temple. Acertó con el acero en sus dos primeros, que desorejó, y tras un pinchazo cortó la oreja al sexto, el más flojo y ante el que se dio un arrimón, con desplantes incluidos, que conectó con los tendidos.
Juan Bautista estuvo frío y no transmitió con su toreo, con pases de mucha calidad, tanto a la verónica como con la muleta, pero sin ligazón. Silencio en el tercero y oreja en el quinto tras algo más de media estocada.
El alcazareño Óscar Castellanos, de la cuadrilla de Curro Díaz, puso dos buenos pares de banderillas en el que cerró plaza y tuvo que desmonterarse ante los intensos aplausos del respetable. El festejo estuvo presidido por Manuel Díaz-Merino.