“La Fiesta de los jueces” despertó la risa y la sorpresa del público del Gran Teatro
“La Fiesta de los jueces” despertó la risa y la sorpresa del público del Gran Teatro
“La Fiesta de los jueces\'”, versionada y dirigida por Ernesto Caballero, e interpretada por su compañía Teatro El Cruce, es una producción basada en la farsa costumbrista “El cántaro roto”, del dramaturgo alemán Heinrich von Kleist, en la que Caballero recrea una sátira sobre el sistema judicial actual español. La representación fue una fiesta irreverente con música, canciones y alusiones a la actualidad, que el sábado despertó la risa y la sorpresa del público del Gran Teatro de Manzanares.
La escena de “La Fiesta de los Jueces” se presenta cubierta de los restos de documentos y expedientes que han sido pasto de las trituradoras de papel. También posee un rústico mobiliario que contrasta con los telones y las luces propias de los solemnes y protocolarios actos oficiales. Además, había un gran espejo en el que se veían reflejados unos jueces que, “mediante un juego teatral, no hacen otra cosa más que juzgarse a sí mismos”.
Estuvo protagonizada por el actor Santiago Ramos, que da vida al juez Adan, “La Fiesta de los Jueces” contó con un excelente reparto: Juan Carlos Talavera, Jorge Martín, Silvia Espigado, Karina Garantivá, Jorge Mayor, Jorge Torres y Rosa Savoini.
Según fuentes de la compañía, bajo la apariencia de una comedia de costumbres el dramaturgo romántico germano dispara contra la moral burguesa de su tiempo: la corrupción de la justicia, la prevaricación y el abuso del poder público.
Añaden que esta propuesta escénica, intenta extender a nuestra realidad la crítica mordaz que Heinrich von Kleist planteará en su exquisita sátira al sistema judicial de su tiempo.
Teatro El Cruce informa que su director ha mantenido el texto del dramaturgo alemán íntegro, pero sitúa la acción en un fin de fiesta de los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para celebrar el año judicial. En esa fiesta deciden representar “El cántaro roto” y demostrar que no son un estamento carpetovetónico. Lo hacen como un acto reivindicativo de una justicia moderna para dar una imagen de unidad. Pero en la misma representación afloran sus desavenencias y sus diferencias. “De esta manera el teatro funciona como desencadenante de sus contradicciones”, explicó el director.