Santos Juliá apuesta por un estado federal para institucionalizar la solidaridad entre territorios

X Curso de la Escuela de Ciudadanos

Santos Juliá apuesta por un estado federal para institucionalizar la solidaridad entre territorios

El historiador y sociólogo contextualiza el “pleito de Cataluña” en una lección magistral que llenó la Casa de Cultura de Manzanares

En una lección magistral de casi dos horas, el historiador y sociólogo Santos Juliá analizó el conflicto de Cataluña en la Escuela de Ciudadanos de Manzanares. Considera que la única fórmula para no tropezar en la misma piedra pasa por una reforma constitucional que culmine con la construcción de un estado federal “en el que la solidaridad entre las partes no dependa de la práctica política, sino de instituciones formalizadas”.

Cultura
11-11-2017
Juliá fue presentado por Román Orozco

Con un discurso perfectamente hilvanado en el que cronológicamente hizo un repaso histórico al “pleito de Cataluña”, Santos Juliá encandiló al público que llenó en la tarde-noche del viernes la Casa de Cultura de Manzanares, atraído por tan insigne ponente y por el interés de un tema que ocupa las primeras páginas de la prensa nacional e internacional.

Consciente de que en el oficio de historiador “no entra buscar culpables”, Juliá situó el detonante de todo lo que ahora se ha vivido en Cataluña en la “relación viciada” que surgió entre el PP y el PSOE tras el 11-M. Los dos grandes partidos fueron incapaces de llegar a acuerdos de estado hasta la reciente aplicación del artículo 155 de la Constitución. Durante el gobierno de Zapatero, el PP aprovechó para “poner piedras” a la reforma del Estatut mientras los socialistas gobernaban el país y Cataluña con el apoyo de ERC. El Tribunal Constitucional tumbó el Estatut aprobado por el pueblo catalán “y ahí se deteriora todo por llevar a ese extremo la práctica política”, señaló en su conferencia.

En esa época de la “crispación”, Rodríguez Zapatero no pudo plantear la reforma constitucional sobre la que se había trabajado, explicó Juliá, que por eso considera que tras las elecciones convocadas en diciembre en Cataluña, la fórmula para no repetir los errores pasa por una reforma de la Constitución que culmine con la construcción de un estado federal que institucionalice la solidaridad entre los territorios.

“Ser federal es que, por ley, hay que ser solidario con el otro porque formamos parte del mismo estado”, añadió el historiador y sociólogo en la parte final de su lección, en la que quiso dejar claro que “esto tiene una larga historia y no se resuelve ni con porrazos ni con tomas de decisión que no acepten la vigencia de los acuerdos que hemos tomado entre todos”.

Recorrido histórico

Antes de llegar a esas conclusiones, Juliá hizo un pormenorizado recorrido histórico a un asunto que “ocupa a la política española desde hace aproximadamente un siglo y medio”. Se retrotrajo a las demandas de Cataluña planteadas al estado español en las Bases de Manresa en 1892. Luego, en plena decadencia del estado con la crisis del 98, y ya con representación de los nacionalistas catalanes en Madrid desde 1901, recordó cómo reclamaron la creación de regiones como principio de la regeneración y modernización del estado.

Los catalanes jugaron un papel pionero respecto a otros territorios, según Juliá, y fueron los únicos que crearon la mancomunidad catalana en 1914 como unidad administrativa no política de la región. Su presidente fue el “padre del catalanismo político”, Enrich Prat de la Riba, “para quien  su nación era Cataluña y su estado España, y para quien su nación tenía una misión en el estado”, explicó en la conferencia.

Naciones dentro del estado

Tras la I Guerra Mundial surgen los nacionalismos –no románticos- de tipo político para ocupar posiciones de poder en la estructura de los estados y se empiezan a vincular los conceptos estado y nación. Francesc Cambó demandó la autonomía integral en lo que se llamó el “pleito de Cataluña”. Según Juliá, también surgieron manifiestos nacionalistas en Andalucía, Galicia, Aragón, Valencia y León –“Castilla seguía siendo la gran matrona de España”-, pero como realidades nacionales no reñidas con el estado. “Dentro de la idea de Prat de la Riba y de Cambó está la de la ‘gran España’ que tiene que jugar un papel en el mundo”, añadió el reputado historiador.

La dictadura de Primo de Rivera en 1923 da al traste con todos los avances y suprime la mancomunidad catalana. Con la proclamación de la República Española también se frena la proclamación de independencia de Macià y se acepta en 1931 el modelo de estado integral. La Constitución de la República “definió mejor que la del 78” los límites competenciales y se desarrolló el Estatuto de Cataluña. Pero todo volvió a acabar en 1936 con la Guerra Civil y dictadura de Franco.

Estado de las autonomías

Con la reposición de la democracia en 1978 se construye el estado de las autonomías, algo similar a lo que se proponía en la República. “Se crea un estado tendencialmente federal, que no lo es, pero que actúa como si lo fuera”, a juicio de Juliá. El ‘quid’ de la cuestión fue, según el historiador, cuando los estatutos se llenaron de políticas identitarias y cuando el mayor recurso para conseguir competencias fue la relación bilateral con el Estado en lugar de instrumentos federales.

A partir del éxito del estado de las autonomías, las comunidades pretenden reformar sus estatutos para ser “cuasi estados” que no cabían en la Constitución. “Fueron intentos de reformar la Constitución por la puerta de atrás” que acabaron en el Tribunal Constitucional en 2010. Fue el punto de ruptura para los partidos catalanes y el final del catalanismo político. Ya se reclamaba el derecho a decidir su relación con el estado español. “El catalanismo ya no incluye una misión dentro del estado y transmite la idea de que en la independencia es donde Cataluña va a ser la Arcadia”, consideró Santos Juliá.

Así llegó a lo que hemos vivido en las últimas semanas, donde según el historiador “hablar de golpe de estado es un exceso retórico”. “Ha sido una quiebra en la Constitución”, puntualizó antes de calificar como “acierto sin tacha” la aplicación del artículo 155 con la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones. 

El público llenó la Casa de Cultura