El Entierro de la Sardina resucita a Franco

El Entierro de la Sardina resucita a Franco

La tarde del miércoles, casi primaveral, animó a la ciudadanía a presenciar el traslado de los restos mortales de Doña Sardina. La Comisión “Amigos del Carnaval” organizó diferentes actividades, entre otras, el reparto al mediodía de 120 kilos de sardinas asadas y 75 litros de vino blanco. La incineración tuvo lugar en la Estación de Autobuses, donde se repartieron alrededor de mil quinientas pastas con su silueta.

Fiestas
26-02-2009

Los carnavaleros de siempre no faltaron a la cita del “Entierro de la Sardina”. Todos ellos protagonizaron el dolor, desconsuelo y muchísimo sufrimiento por tan lamentable pérdida. El cortejo fúnebre discurrió por las calles Jesús del Perdón, Virgen de la Paz y Toledo. La comitiva se formó en la plaza de San Antón y tuvo como destino la estación de autobuses, donde tras el velatorio se procedió a la incineración de la sardina.

El cortejo fúnebre se abrió con el monaguillo de Jesús del Perdón, eso sí un poquito más grande en la persona de Vicente Jiménez. Tras él llegaban las autoridades religiosas con Jesús Ruiz, en el papel de cardenal. A continuación, jóvenes viudas, para dar paso a otras desconsoladas “viudas” no tan jóvenes. Ellas eran Candi Sevilla, Peraco Junior y Óscar Jiménez, en quienes era palpable el sufrimiento por tan lamentable pérdida. Después llegaron más plañideras, algunas de ellas enfermas de parkinson, que precedían a la protagonista del cortejo, doña Sardina.

El carnavalero Pedro Bordegé era el encargado de conducir un trenecillo que arrastraba en uno de sus vagones a la difunta, adornado con muchas flores con un olor un tanto peculiar porque eran de plástico. Los sepultureros, Alfonso González (el Galgo) y Antonio Vázquez (Valdo), aportaron un caballo metálico en que se podían ver todos los materiales necesarios para su entierro: rasillones, cuerdas, espuerta y demás.

Tras los sepultureros, participaron en el ilustre desfile las más altas autoridades militares que precedían a un grupo de once músicos encargado de amenizar todo el cortejo.

No podía faltar en el “Entierro de la Sardina” el legionario “Moyita”, que junto a su hermano, de segurata, se bastaron para dar seguridad al coche del resucitado Generalísimo, encarnado por Francisco Muñoz. Su hermano era el encargado de conducir el coche AVA, muy conocido en los sesenta por los Nodos.

Tras Franco llegó el desconsolado duelo protagonizado por muchos jóvenes e incluso por la Duquesa de Alba, que tras la mejora de su operación pudo estar presente en el Entierro de la Sardina de Manzanares, eso sí, acompañada de su fiel y joven amor.

En el duelo también se pudo ver a dos militares que no dieron mucho la cara porque iban de incógnito e incluso a algún ganster y otras alocadas lloronas. Otro que no suele faltar es Monseñor Ramírez, que cambió por unos minutos su cargo de coordinador provincial de IU por el hábito cardenalicio.

Pepe Registra, Maribel y compañeros de fatiga de la Peña el Patacón, dieron la nota más punkie del desfile con un cuidado y esmerado vestuario y maquillaje.

En la Estación de Autobuses tuvo lugar el momento más amargo del Carnaval 2009 de Manzanares: la incineración de Doña Sardina del Azuer Seco. Allí, ante centenares de personas, y para paliar el dolor y las penas por tan “importante pérdida”, los componentes de la Comisión de Amigos del Carnaval repartieron mil quinientas pastas con la forma de sardina.