Díaz-Pinés pide que la ciudad salde una deuda de gratitud con Antonio Rubio
Díaz-Pinés pide que la ciudad salde una deuda de gratitud con Antonio Rubio
Para saldar una deuda de gratitud con el que fuera el pasado siglo líder local del Partido Liberal, alcalde de Manzanares y presidente de la Diputación, Antonio Rubio-Manzanares, que promovió el viejo y primer Gran Teatro, el escritor manzanareño Lorenzo-Díaz Pinés pide que se le dedique el actual.
Díaz-Pinés dice, en una colaboración publicada en la revista de ferias de Manzanares, que el mejor modo para la ciudad de saldar su deuda de gratitud con este alcalde liberal y comprometido es “completar el actual nombre de nuestro local dramático, de modo que en adelante se llamara como su padre, Gran Teatro Antonio Rubio”.
En opinión de Díaz-Pinés, Antonio Rubio fue el personaje local –y puede que provincial- políticamente más importante del siglo pasado. Fue el motor de al menos tres impulsos decisivos realizados en Manzanares, la creación del cementerio municipal, la promoción de nuevas plazas escolares y la edificación del Gran Teatro.
Nada relacionado con la libertad, la educación o la justicia le era ajeno, señala el autor de este perfil, subrayando su intervención en el caso “Uñas”, un perseguido por la justicia, víctima reiterada de malos tratos cuyo indulto dio a conocer el alcalde en la corrida de feria de 1911. El investigador manzanareño afirma además que Antonio Rubio tuvo que luchar también contra la reacción para que el cementerio y el Gran Teatro se convirtieran en realidad.
Señala Díaz-Pinés que Manzanares es pródigo a la hora de dedicar calles y plazas a sus personajes distinguidos, citando los ejemplos de la placa dedicada a Luis González Abad, popularísimo actor de Manzanares; a Antonio Iniesta y Antonio López; a la Ciega de Manzanares y a otros personajes cuya memoria queda grabada en sus calles o plazas.
Con estos precedentes de “hemorragia” sistemática de afecto ciudadano por sus hombres y mujeres dístinguidos, Díaz-Pinés cree que no debería de haber motivo alguno para no tributarle a Antonio Rubio la distinción que se merece. “De este modo la gran deuda social de gratitud a su persona –y a sus hechos- quedaría saldada”.