“La Antigua Casa de la Bodega” ha sido adaptada como pequeño hotel rural

“La Antigua Casa de la Bodega” es el edificio principal y uno de los escasos vestigios de lo que fue la bodega de “LARIOS”. Inscrita en el Registro Civil en el año 1862, con la llegada del ferrocarril a la localidad, fue propiedad de un francés y comprada, posteriormente, en 1912, por los propietarios de la empresa malagueña “Larios”. Los actuales titulares llevan viviendo más de treinta años en una parte de la vivienda. Ha sido el afecto por conservar las cosas lo que ha llevado a dicha familia a reformar parte de la casa que estaba abandonada.

El hotel rural, situado dentro del caso urbano de Manzanares, fue inaugurado en septiembre de 2003. Conserva toda la estructura original tanto exterior como interior, como los muros, los huecos, la distribución de los espacios y el suelo, aunque determinados espacios se han ajustado para satisfacer comodidades que antiguamente no existían. Para ello, se ha instalado el aire acondicionado, baños en todas las habitaciones y los techos se han bajado.

La decoración ha sido realizada por los propietarios que han aprovechado todo los muebles y objetos que tenían. A diferencia de un hotel convencional, cada habitación es distinta, con un encanto especial y un nombre peculiar. Podemos encontrar camas antiguas doradas en “la habitación de la bodega” o una bañera de patas en perfecto de estado de conservación en “la habitación azul”. No obstante, ofrece comodidades indispensables para el modo de vida actual, tales como aire acondicionado, calefacción, televisión e hidromasaje en los cuartes de baño.

“La Antigua Casa de la Bodega” ofrece cinco habitaciones de distintos estilos así como espacios comunes. Dispone de un amplio salón con chimenea ideal para disfrutar del invierno y otro más pequeño en la planta de arriba. En verano, los clientes aprovechan el buen tiempo para saborear un desayuno muy variado en la terraza ajardinada. Además, el hotel rural cuenta con una pequeña piscina.

El turismo extranjero demanda con frecuencia el hotel rural. Alemanas, franceses, italianos y sobre todo ingleses se sienten como en casa y suelen repetir su estancia, según los propietarios. Es un turismo de paso pues la gente que viaja hacia otros lugares prefiere descansar sin el agobio de Madrid y aprovechar la tranquilidad de la casa. Los fines de semana suele estar ocupado por los familiares de las bodas que se celebran en Manzanares.

Con el orgullo de haber salvado una casa y con el cariño y el encanto de la historia que posee, los responsables ofrecen un sitio acogedor, tranquilo y céntrico cuidado al detalle para que la estancia de los clientes sea inolvidable.